miércoles, 11 de noviembre de 2009
EL AGUJERO DEL AVESTRUZ
El sábado pasado, día 7 de noviembre, tuvimos ocasión de presenciar la obra de Asier Zabaleta titulada “El agujero del avestruz”. Tuvimos la ocasión y la suerte, quienes no la dejamos pasar. Porque fue una representación muy completa, en nuestra opinión. Nos gustó, nos satisfizo.
No vamos a “destripar” la obra por no perjudicar a quienes lean esto y pretendan verla. Sólo diremos algunas cosas que sean breves pinceladas y que animen a asistir allá donde se represente o exhiba.
El tema alude al miedo. A que el miedo acogota. Cita el artista a Epicteto, a Nietzsche, a Kafka, incluso a no “sabe quién”, cuando alude a la mirada del otro, para definir el miedo. Sin embargo, pretende luchar contra él, contra el miedo, quiere retarlo y sabe que es una lucha dura. Y sabe, o sospecha, que no le va a llevar a vencerlo, incluso que el miedo se retroalimentará, haga lo que haga. Sin embargo, el título de la obra parece contradecir esa lucha, tal como nos parece a nosotros, por cuanto esa metáfora la usamos precisamente para dar a entender que nos vamos a esconder, que no vamos a afrontar la realidad.
Por otra parte, y aunque no sea técnicamente una maravilla de novedad lo audiovisual, no deja de ser original todo el montaje. Original, apropiado y muy agradable.
Finalmente, pero no porque ése sea el orden de importancia, sino por motivos meramente expositivos, pues todo es un conjunto, le toca el turno a la actuación de Asier. Por supuesto, no ponemos en duda que ha de tener cualidades innatas, cualidades de plasticidad y de expresividad. Pero también se vio un gran fondo técnico en su deambular por el escenario: había técnica expresiva, técnica de danza, técnica histriónica -de todo ello, claro es, nos podría ayudar a opinar Laura Gracia Moreno, gran conocedora y practicante de la danza clásica y de la contemporánea, pero, como lamentablemente no pudo estar, hemos de conformarnos con nuestros limitados conocimientos al respecto-. Evidentemente, hay inquietudes en el fondo, es un fondo lleno de inquietudes, inquietantes incluso. Las mostró en cuanto a lo a transmitir y a cómo transmitirlo, cuidando todos los detalles, sin faltar uno.
Resumiendo, pues, aplaudimos lo visto en la Casa de Cultura pues el espectáculo no deja indiferente al personal, creemos que hay mucho de trabajo detrás de él y la representación es un conjunto muy bien ensamblado, como debe ser para que algo sea una manifestación artística, para que, en fin, algo sea llamado arte: creación, innovación, trabajo, sorpresa...
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